jueves, 28 de mayo de 2009

Un final anunciado.


-Te recojo a las 11- dijo con su voz de siempre.
- Vale, nos vemos luego.

Ella respondió esas pocas palabras sin saber que serían las últimas que le diría a través del teléfono. A las 11 y pico, llegó él tan impuntual como siempre.
No tardaría mucho en darse cuenta de que estaba extraño… no actuaba como siempre, no la miraba con los mismos ojos de deseo con los que hasta entonces lo había hecho.

-¿Te pasa algo?—Le preguntó ella, aterrada por la posible nefasta respuesta.
-No, no, ¡que va!.
- ¿Seguro?
- Sí, solo me duele la cabeza…bastante, además.

Llegamos al lugar dónde nos esperaban las demás parejas amigas. Pero su cara seguía igual… Ella empezó a preocuparse. Él le propuso que salieran fuera porque se estaba agobiando con la música, y ella pensó que al quedarse asolas, tal vez, cambiaría de actitud…pero no, no se acercó a ella más de lo estrictamente necesario. Ni besos, ni caricias, ni abrazos. Solo cigarros y charla. Charla intercalada cada equis minutos por las preguntas de ella sobre su estado.
Volvieron con los demás… y todo siguió igual. Ella tomó una decisión, poniéndose en lo peor y se dijo: venga niña, aprovecha esta noche, porque seguramente sea la última a su lado.

Decidieron irse a casa, y como siempre, él aparcó el coche en un lugar alejado de la gente y no muy lejos de la casa de ella. Intimidad completa, por fin; pensó la chica.
Y de repente, el cambio que había estado esperando toda la noche… empezó a besarla y a entregarse como pocas veces lo había hecho… (¿y su dolor de cabeza?)
A las pocas horas, ella subía a su casa y él partía hacia la suya. Habían quedado en verse el lunes a la hora de siempre, en el lugar de siempre. Ella sonreía, se sentía feliz porque el susto de aquella noche solo había quedado en eso, un susto.
Esperó al lunes con impaciencia, dos días parecían dos siglos… y llegó el lunes. La mañana del lunes en la facultad se hizo eterna… Cuatro y media de la tarde, vale ya solo quedan 45 minutos. Cinco menos veinte, impaciencia. Le dio por mirar el móvil y en ese momento recibía un sms de él. Lo abrió feliz, pero una parte de ella tenía miedo… algo de ella se esperaba aquello. No podía ir, tenía que hacerse cargo de su hermano pequeño y ya quedarían otro día.

Pero ese otro día nunca llegó. Ella esperó paciente por fuera; impaciente por dentro. Le comían los nervios y el temor. En el fondo sabía que todo estaba acabando. Tras una semana sin noticias de quedar… llena solo de conversaciones vacías a través de la pantalla, que era más económico que el teléfono… ella se decidió a preguntarle qué pasaba.

Y todo terminó, sin una despedida en condiciones, sin un adiós. Sin poder despedirse de su mirada, de sus manos, de sus labios.
Llegaban los días de añorar, de recordar sin querer y queriendo, de sentir que le faltaba el aire sin él. De verle y oírle en todas partes, en otras caras, en otras voces.

lunes, 25 de mayo de 2009

Tardes de domingo.

En días como hoy no importa el daño causado, no importa que ignores y olvides todo lo vivido, no importa el ayer ni el mañana. En días grises, como hoy, olvido todo para volver a entregarme a ti, sin pensar en el mar de remordimientos y trsitezas en el que me ahogaré mañana.

Puntos finales.

Hoy escribo un punto y final en nuestra historia. Un punto y a parte en mi vida, para seguir mi pedregoso camino sin ti. Son ti, para poder abrir los ojos en el crepúsculo del alba y que no esté tu imagen en mi cabeza, para no escuchar tu voz a gritos cada noche y no permitir que tu sonrisa maneje mis días. Hoy cambio de tema, te saco de aquí para intentar acercarme a esa utopía llamada felicidad, esa que cuando avanzas diez pasos en su dirección, se aleja veinte más. Ésa que tú me hiciste rozar para llevartela lejos. Pero hoy descubro nuevos utopías, nuevos caminos sin ti. Caminos sin corazas, sin máscaras, sin muros que saltar ni obstáculos que derribar. Después de años, empiezo mi vida sin ti.

Filología.

La palabra “filología” no solo significa -como afirma la mayoría de los manuales- el conjunto de técnicas de análisis históricos de los textos escritos, ni siquiera el estudio científico de las lenguas. “Filología” es, también y sobre todo, el amor agradecido, responsable y fecundo al “logos”, que es palabra, pensamiento y emoción. “Filólogo” es quien se entrega inteligente e incondicionalmente al verbo hecho voz, dibujo y vida. Es el que se dedica al lenguaje humano, ese instrumento que nos proporciona una experiencia inédita de la realidad, esa herramienta que, dotada de un extraordinario poder de transformación, al mismo tiempo, nos pregunta, nos responde, nos ofrece ayuda y nos suplica auxilio.


J.A. Hernández, Diario de Cádiz, 31 de marzo de 2003

Descripciones de una misma, para una misma.

Me gusta el negro y correr bajo la lluvia. Suelo estar acompañada del insomnio, prefiero la noche al día. Me enamora la luna llena y tu mirada. Tengo la manía de dormir con la camiseta de un pijama y el pantalón de otro, aunque contigo no me haga falta. Me gusta la oscuridad de la noche y los días grises; las tormentas solo si estoy a cobijo y el frío; la sensación de dolor que produce y la necesidad de entrar en calor. Me gusta la música, todo aquello que se pueda denominar música. Suelo gritar, muchas veces inconscientemente, tal vez sea esa la causa de mi fama de borde. Amo el lenguaje y la literatura, por ese orden. Soy pésima dibujando y bastante dependiente de mi gente. No, nunca me iría a una playa desierta ni me tiraría en paracaídas. Considero la mentira la peor epidemia de la historia, imbatible y padecida por la mayoría de la población, incluidos nuestros queridos políticos. No me niego a una buena fiesta, pero tampoco a una sesión de charla, cerveza y amigos. Río, a todas horas, pese a quien pese, y pase lo que pase. Soy, en fin, cuatro letras: ALBA, sin etiquetas, ni estilos copiados de nadie, ni modas de tontos, ni ovejas obedientes de un rebaño sin dirección.

Deseos de libertad.

¿Nunca has sentido un enorme deseo de salir corriendo de este lugar sin volver la vista atrás ni por un segundo? ¿Que te falta el aire al mirar a tu alrededor, al recordar a quien ya no está, a quien se fue para no volver? ¿Nunca has sentido envidia de quien ha podido empezar de cero, sin recuerdos dolorosos, sin vigilancias ni controles? Empezar sin ojos que te miren preguntándose de dónde vendrás, y de con quien pasas tu tiempo… sin ojos que te conozcan desde pequeño, mirando ansiosos por enterarse de cualquier chisme e ir corriendo a contarlo a quien no deberían. Sin ojos que te juzguen por lo que has sido, o lo que has hecho, o lo que sigues siendo… Sin miradas asesinas, ni susurros de envidia y odio al pasar.

¿Nunca has ansiado con todas tus fuerzas la libertad extrema?





- Probablemente no encontremos el camino, pero nos sobrarán las ganas de volar.
Pasó el tiempo, curando heridas abiertas. Lo que nunca imaginó posible, estaba ocurriendo. Ya no sufría por él, ya no le dedicaba tiempo de su pensamiento. Volvía a sonreír, con ganas, sinceramente. Superado al fin, empezó un nuevo camino, primero sola, más tarde, con otra persona. Todo tan perfecto, todo tan real, tan excitante, tan especial… era imposible no ser feliz así. Pero la felicidad tiene ese don de lo efímero. Y se marchó, tan progresivamente, que ni ella supo qué ocurría. Tan poco a poco, que ni ella supo aprovechar los últimos minutos que le dedicó con tanta entrega. Tal vez esa entrega fuera provocada por la pasión del que sabe que es la última vez, pero ella no lo imaginó. Y de repente, se volvió a ver rodeada de recuerdos, de nostalgia, y melancolía. Ahora, justo ahora, que había olvidado el sabor de las lágrimas y el sonido de sus propios sollozos… él se lo volvió a recordar, como le hizo recordar tantas otras cosas en el tiempo que pasó junto a ella.


Ahora todo daba igual.

Deberes pendientes.

Debería aceptar de una vez por todas que mi corazón se quedó pegado a algún contenedor por el que te dejaste caer; que fuimos, y solo eso: fuimos; que no somos, ni seremos. Admitir y asimilar que no vas a volver a cruzar mi avenida de calles coradas y cedas el paso y llevar a la práctica el verbo vivir, en su pleno sentido. Debería dejar tanta tontería en el cajón de cosas sin usar, de notas viejas, y trapos rotos….

… pero todo es tan difícil fuera de tus brazos..



- Ya no sé escuchar tu nombre sin que duela.

Un día más.

Todo es estupendo. Sales, llueve, te mojas. A pesar de todo, decides no dejar que el tiempo te borre la sonrisa y el optimismo tan raro en ti. Sigues andando, tu dolor de cabeza, que al contrario que el optimismo, siempre está presente ultimamente, va en aumento. Te cruzas con la estúpida de tu vecina y con su falsa sonrisa. Empiezas a perder la tuya, y ¿por qué no? también la paciencia. El optimismo hace unos cinco minutos que se ha largado y ya no te esfuerzas en sonreír. Paras en seco mientras la lluvia te sigue empapando y los coches te están poniendo perdida de barro. Y, entonces, te das cuenta de que el día es igual de malo que el anterior; será culpa de los malditos recuerdos que ultimamente no dan tregua y hacen que te falte el aire y que crezcan tus ganas lo romper a llorar. Ganas que te aguantas por orgullo. Al fín, un día más, aceptas y admites, con resignación, que te hace falta, que lo echas más de menos de lo que jamás hubieses imaginado y vuelves a tu habitación a esperar, a sabiendas que nunca pasará, que decida volver.




- Acostumbrándome a la historia de largarme sin llorar.
Gritar. Gritarle al mundo que es necesario abrir los ojos para poder ver… que no hay que cerrarlos ante los problemas. Si todo el tiempo que dedicamos a hablar de nuestros problemas lo dedicásemos a intentar ponerles una solución, puede que todo fuera más fácil, o tal vez, menos deprimente. Gritar que no estás sola, que no quieres estarlo. Gritar que sin vosotros duele más. No odiarte, no odiarme, no odiar. Amar menos, para sufrir menos. Olvidar rápido y vivir, vivir a tope, como si fuera el último día de nuestras vidas, algún día lo será. Mientras tanto, te seguiré echando de menos allá en dónde quiera que estés. Si decides volver, puede que todavía siga aquí, o puede que quizás me canse de esperar.



- Algo me dice que no, que esto se pierde.
Luchar, luchar, luchar. Salir de aquí. No volver a caer. Levantarme una y otra vez. Seguir luchando. Venga lo que venga, seguir adelante. No echarte de menos, no echarte de menos, no echarte de menos. Promesas rotas. Sueños rotos. Tu ausencia me sigue quemando la piel.


- Recordaré cada momento que viví por ti.

Tan...

Tan emocionante, tan substancial, tan revolucionario, tan excitante, tan alegre, tan cariñoso, tan dinámico, tan diverso, tan optimista, tan sonriente, tan adorable, tan bonito, tan confiado, tan peligroso, tan prohibido, tan especial, tan perspicaz, tan ameno, tan ingenioso, tan diáfano, tan entretenido, tan creíble, tan rápido y tan perfecto, que no podía durar demasiado.

- Y es que no hay droga más dura, que el amor sin medida. Y es que no hay droga más dura, que el roce de tu piel.
Tu presencia es como una bocanada de oxígeno en mitad de un momento crítico. Tus besos son la única y mejor medicina posible para mis males. Tus caricias son el más ansiado capricho. Tus palabras, son mi tranquilidad, mi necesidad. Tu ausencia es mi muerte, lenta y dolorosa.


- Quiero ser el verbo puedo, quiero andarme sin rodeos, confesarte que una tarde empecé a morir por tí.

Efímera felicidad.

Semana de bajadas vertigionsas y subidas lentas y escasas. Tú, y tu ausencia. Tú y tu extraña forma de comportarte. Yo, yo y mi empeño en ponerme siempre en lo peor, yo y mi facilidad para…esto.¿Para qué? La lluvia, lo invade todo. Lleva invadiendolo todo tres largas semanas, sin duda, de las más felices. Y es que hasta el humo de mi cigarro me huele a ti… Había olvidado lo eterno que podía llegar a hacerse un día separada de la persona con la que quieres estar… Había olvidado que alguien podía estar más tiempo en tu cabeza que cualquiera de las cosas que te rodean en el día a día. Había olvidado cómo era sentir auténtico miedo de perder a alguien. He recordado lo que es tener mucho que perder y lo rápido que pasa el tiempo en ciertos momentos. He recordado que la felicidad existe, de manera efímera, pero existe, aunque nunca deshaga las maletas para quedarse demasiado tiempo, aunque siempre te de una de cal y otra de arena… aunque pueda hacerte llorar en la misma medida que te hace sonreir… existe. Hoy vuelvo a sentir que sólo una persona puede hacerme sentir esa felicidad pero también que es, quien en mucho tiempo, ha podido hacer que caiga, que caiga sin remedio, y siento que cada hora que convivo con su ausencia es más duro el camino, que son más fuertes las caídas y más díficiles las remontadas.


- Por respirar, por confíar de nuevo y volver a creer.

Ausencias.

Tu ausencia me mata un poco más cada minuto. El tiempo se hace eterno, las horas no pasan, el teléfono no suena…


- Más vencida hoy que ayer.

Somos un coche sin luces, a toda velocidad en una autopista sin señales. Somos un tren de alta velocidad que no tiene miedo de poder fracasar en el intetnto de llegar sano y salvo a su destino, alguien que no tenía nada que perder cuando empezó el camino y que ahora siente que puede perder demasiado, un vehículo maltratado por los errores del pasado al que le matan las ganas de seguir adelante. Seguiré adelante, pase lo que pase, venga lo que venga, contigo si puede ser, sin ti, si no hay más remedio. No caer, levantarse una vez tras otra con la sonrisa pintada en la cara, disfrutar cada segundo que me das, por si algún día es el último.

...

No sé si esto durará más de lo que esperamos, no sé si va a salir bien, o si ni siquiera va a salir. No sé si quieres o no. Solo sé que aunque no te veo te siento. Que las mismas imágenes recorren una y otra vez mi cabeza. ¿ Y si mi cielo vuelve a cubrirse de nubes negras? ¿ Y si vuelve a llover? Pues, sin duda, saldremos a la lluvia. Sonreiremos. Viviremos. Quedate a mi lado, puede ser mejor, o tal vez no. Rompe las reglas. Construye tu mundo sin salirte del mío. Alejate, pero no sueltes mi mano. Susúrrame mil veces que sigues aquí. Grita, hazlo conmigo. Duda, pero no de mi, nunca de mi, no es necesario. Comparte mi vida. Para lo que necesites, estoy. Y, ¿sabes? Me debes una cena.

Tú.


No, no me gusta esta sensación. No quiero perder tu olor ni olvidar tu sabor. No quiero sentir que puede que no te vuelva a ver. Necesito que me recuerdes que sigues ahí, que no piensas huir ni dejar que me arrope tu ausencia. Odio dudar, tampoco me gusta llegar a estar tan segura de esto. No me gusta sentir el miedo, ni me gustan los nerviosa de no saber que pensarás. No sé si es bueno que el tiempo parezca volar cuando estoy a tu lado, ni sé si es bueno que tiemble por ti. No quiero tener prisa ni estrellarme por exceso de velocidad. No quiero ilusiones ni accidentes. No pido tanto.

Principios.


Me gusta la luz del sol y odio madrugar. Sonrío al recordar, siempre echo en falta cosas que no debo y no suelo llorar. Amo la música, las letras y a mi gente. Puede que me encarñe con rapidez y nunca rechazo un abrazo sincero. No me gustan las falsedades, y claro está, tampoco las mentiras. Siempre intento no forzar las cosas. Me desahoga escribir, gritar y correr bajo la lluvia. Nunca me imaginé una vida sin ti, y quien me iba a decir que fuera más feliz ahora. Contar las veces que río al día es imposible. Agradezco en silencio cada mañana a toda esa gente que lo hace posible y a ti, a ti por todo lo que me estás dando en tan poco tiempo. Un principio, tal vez pésimo, pero mi principio.