martes, 30 de junio de 2009

Aunque tú nunca llegarás a saberlo para mi fuiste muy grande. Te colaste sin permiso y sin previo aviso hasta el fondo de mi corazón herido y maltratado por las guerras que nos pone en el camino el destino. Entraste sin hacer ruido, poco a poco, hora a hora, beso a beso. Y cuando me quise dar cuenta ya no podía pensar en mí sin ti.
Sentí miedo, porque mi corazón había decidido desconfiar de todos los corazones que se le acercaban con dobles intenciones.
Aun hoy me pregunto en qué fallé. Qué es lo que hice mal para que del mismo modo, tan sigiloso, con el que me robaste toda posibilidad de vivir sin ti, desaparecieras. Me maldije cada segundo de cada minuto, de cada hora de cada día por no haber sido capaz de llenarte en todos los sentidos para retenerte a mi lado por el fin de mis días.
Estuve dispuesta a olvidar la edad, a olvidar los abismos de costumbres, gustos, estilos y amistades que nos diferenciaban. Enfrenté la posibilidad de que todo pudiese estar en nuestra contra, cerré los ojos, metí la quinta y corté los frenos. Y choqué, choqué con algún obstáculo. Obstáculo que todavía no he identificado, y al cual, todavía hoy sigo dedicándole algunos minutos del día de mi pensamiento. Después de la colisión que secó mi corazón y se llevó parte de mi alma consigo, abrí los ojos y ya no estabas a mi lado. Y tras falsas promesas de volver a deleitarme con tu aparición, me resigné a la hecatombe de tu ausencia.

Pero me levanté de nuevo y fui capaz de mirar hacia delante, de manera diferente a cómo era antes de tu entrada triunfal, y de tu cobarde retirada.
Y tú, nunca llegarás a saber nada. Seguirás en la ignorancia de mis sentimientos, como siempre.

Aunque, quizás nunca te importaron.

sábado, 20 de junio de 2009

Dudas cercanas.


Y el tiempo se me escurre entre los dedos, porque sé que todo avanza y lo hace a una velocidad vertiginosa y en nuestra contra. Miro el calendario una y otra vez contando los días que faltan para volverte a tener, con un doble sentimiento. Me confunde todo esto… invade mis noches en vela, me tortura… mi conciencia no da tregua.
Deseo con todo mi ser que llegue ese momento, pero esa llegada... escuece,quema,pesa. Porque será la última vez, el fin de la historia. El final del cuento sin moraleja. El principio de las lágrimas. El comienzo de nada.
Y en días como hoy, una está harta. Harta de finales. Harta de ausencias y soledades. Harta de sentir que siempre falta algo.







- Y dime, ¿Qué haré yo, entonces, cuándo todo acabe?

sábado, 13 de junio de 2009

Contaminame.

que caminas sin mirar atrás, hacia las puertas del averno, prometeme que jamás olvidarás todo lo vivido; que me guardarás un sitio a tu lado para cuando decida emprender el viaje. Transmiteme esa decisión y esa valentía para ser capaz de reunirme allí contigo. Deja que cada vez que cierre los ojos, seas tú quien torture mis noches, mis mañanas, mis días. No me dejes olvidarte nunca. Sé tú mi fuerza, mi motivo, mis ganas, mi lecho de rosas, mi lecho de muerte, mis lágrimas, mi risa. Sé tú en mi. Todo tú en mi. Contaminame.

viernes, 12 de junio de 2009

Sin ti.


Que me desespero, sin ti. Que el recuerdo de nuestras noches me sigue corrompiendo por dentro. Que eres en mi como la sal en la nieve… porque después de ti no queda nada en mi.


Sigo esperando que llegue el día en el que todo haya pasado, que pueda mirar atrás sin sentir ese escalofrío… lo espero con la misma esperanza como espero con ansía a ese día que haga saltar la chispa de buenos sentimientos entre la poesía y yo… Y la verdad es que empiezo a dudar de que ese día llegue…


De lo que no tengo dudas es de tu vuelta. Sé que jamás volverás, que tu hasta luego fue un adiós definitivo, un ‘’me marcho para no volver’’ que tuve que leer entre líneas… Pero aun así me mantuve firme con mi sonrisa y mi buen humor hacia ti. Y a veces, solo a veces deseo que sepas todo esto, deseo contarte todo lo que sentí contigo, todo lo que sentí con tu partida y todo lo que me sigue rondando por la cabeza…

Pero sé que no lo haré, que no tengo agallas para hacerlo, y en el fondo es porque creo que es mejor así...

Todo lo que empieza tiene un final; hay que aceptar las cosas como te vienen... Es hora de llevar a cabo todos esos dichos populares que escuché en casa durante toda mi vida.


Allá voy.

miércoles, 3 de junio de 2009

Need you.


- ¿Me echas de menos?
- Lo sabes.
- Lo sé.


Lo sabía pero me invadía el miedo de que algún día dejase de hacerlo. La distancia no ayudaba, el tiempo tampoco.
Y aun hoy, ese miedo, sigue llenando mis noches en vela.

martes, 2 de junio de 2009

La enfermedad del amor.


En la Edad Media, la pasión provocada por el amor, e incluso el amor mismo (exceptuando el “amor puro”) estaban considerados una enfermedad y estaba registrada en los tratados médicos como tal.
Dicha enfermedad constaba de dos fases:

1. La Fase pasional: el inicio, que siempre es una causa externa, es la visión del objeto de deseo. Una vez despertado el deseo pueden ocurrir dos cosas: que el deseo desaparezca o que aumente. Si ocurre esto último, se convierte en una obsesión, de modo que solo se piensa en el objeto deseado. En este punto se corrompe el juicio de la razón; la razón pasa a estar al servicio de ese deseo. Aquí ya se lo puede considerar como una patología; nade la enfermedad.

2. La Fase de la patología: Los médicos lo denominaban técnicamente “aegritudo amoris”. En este punto, el objeto de deseo focaliza toda la actividad cerebral. El cerebro retiene la imagen del objeto de deseo en la fantasía y la recuerda constantemente en la memoria. Así pues, el individuo cuando llega a este estado patológico tiene la RAZÓN al servicio de la VOLUNTAD.


Como toda enfermedad registrada tiene unos síntomas y unos posibles remedios, con mayor o menor eficacia.


Síntomas.
- Insomnio.
- Falta de apetito.
- Palidez.
- Adelgazamiento rápido.
- Ojeras. (Estos tres últimos derivados de los dos primeros)
- Cambios bruscos de ánimo.
- Respiración irregular.
- Hablar constantemente del objeto de deseo.
- Suspiros profundos.
- Aceleración del pulso y ritmo cardíaco irregular. (En este último caso, se van diciendo nombres de posibles candidatos al enfermo de amor y controlando en cuál de ellos se alteraba el pulso se intentaba descubrir la identidad del causante.)







Remedios. (Remedia Amoris)
- Tomar baños de agua caliente para relajar el cuerpo y devolver al organismo su equilibrio.
- Quitar del pensamiento al objeto de deseo de cuatro modos:
1. Haciendo un largo viaje.
2. Intentando convencer al apasionado de que en el momento en el que consiga lo que desea terminará su interés por esa persona.
3. Hablándole mal de su objeto de deseo.
4. Mostrándole al apasionado a una anciana e intentar convencerle de que en poco tiempo su amada será así.
- Hacer el amor con otra persona distinta al enamorado. La explicación científica a este remedio estaba en la sangre, que era la que sufría una alteración grave en el enfermo y, a su vez, era la encargada de producir el semen en el apasionado. Así, el enfermo tenía gran acumulación de semen y era una forma de expulsarlo e intentar devolver a la sangre su equilibrio.





Remedios que se pensaban eficaces pero que no lo eran. El amor estaba considerado como una enfermedad que podía ser grave e incluso podía llevar a la muerte… pero, cuando todo va bien, ¿no es el mejor de los regalos?