jueves, 29 de abril de 2010

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Queriendo(te) en superlativo; elevando tus besos al cuadrado (o al cubo si es fin de semana).

Entre excesos de alcohol y sonrisas, de Malboro y abrazos...




... encontré mi complemento directo.

domingo, 4 de abril de 2010

¿Sabes que? Anoche entre desvelos pactados decidí que quería conservar todos tus recuerdos. Que quería recordar el día que te conocí, aunque fuera demasiado pronto y las legañas aun estuvieran de visita por mis perezosos ojos. Decidí recordar el momento exacto del día perfecto de nuestro primer beso. Decidí recordar tu llamada de auxilio, llorando que me necesitabas. Decidí también recordar en qué momento lo dejé todo para acudir a ti, a tu reclamo. Decidí recordar tu bienvenida, nuestros días y nuestras noches, porque fueron solo nuestras, porque nadie hubiera podido robarlas aunque hubiese puesto todo el empeño del mundo. Decidí recordar el sabor exacto que dejó en mis labios el agua salada de aquella playa mágica y el alcohol de cada copa de verano. Decidí conservar en el cajón de los recuerdos nuestra despedida, que no fue un adiós sino un hasta luego, un ‘’luego’’ que jamás llegó. Decidí recordar el principio del declive de lo nuestro, la primera noche sin un te quiero por tu parte, la primera sin un beso, la primera sin hablar… Decidí guardar cada lágrima que recorrió mi piel por tu ausencia, hasta que mis ojos decidieron secarse, a la vez que mi corazón. Decidí recordar la extraña sensación de mi corazón anclándose a tu recuerdo, negándose a seguir, escapando a remedios y ayudas. Recuerdo la última conversación, el culmen del dolor y el estrepitoso llanto que todo aquello conllevó. Decidí recordar aquella noche de lágrimas, sin conseguir cerrar los ojos y vencerme al sueño. Decidí recordar mi resignación, mi derrota, tu pérdida. [Hoy, casi un año después, sé que todo quedará y sobrevivirá al paso del tiempo.]
Y jamás conseguí recordar el olor de tu cuerpo en mi piel.