
Cuando todo se derrumba, miro al frente, y ahí estás tú, como un destello en mi oscuridad, un destello de esa felicidad que le robo al tiempo cada amanecer. Eres mi aire, mi oxígeno, mi vía de escape y mi descanso. Adormeces al dolor, reverberas mi alma, mantienes despierto a mi espíritu. Mantienes unidas las estrellas de mi firmamento, que ya es tuyo y ya es nuestro. Escribes en el cuaderno de mi vida palabras felices, palabras que alimentan mi ser y desatan sonrisas bipolares y caricias furtivas debajo de cualquier mantel de restaurante chino con aroma a celebración fingida. Abrigas mi corazón y yo ya no quiero pasar frío.
*Te invito a un café en mi jardín del Edén, las manzanas te esperan ansiosas por hacer lo incorrecto. Y yo… yo deseo morder cada una de ellas, amarrarme a tu cintura y seguir siendo okupas de corazones ajenos por mucho tiempo.