- Intentémoslo, ¿qué podemos perder? – dijo Clara, invadida por el pánico al rechazo, al "no" que sería el final definitivo de la relación más autodestructiva de sus vidas.
- Sabes que no funcionará, Cla. Te quiero, y por eso no quiero que sufras. Puedes perder tu sonrisa, y no me lo perdonaría nunca.- Y sus temores se cumplieron.
- Nunca, ¿me oyes? Nunca podré olvidarte- Y Clara ya no pudo esconder más sus lágrimas.
- Ni yo, aunque salga con otras, siempre estarás en algún rincón de mí.
Y así, llorando, se despidieron para siempre. Cobardes. Sin valor para sacar adelante el amor que ambos sentían, sin valor para ni siquiera intentarlo. Cobardes, cobardes, cobardes. Y una voz siempre les repetiría en la cabeza: ¡cobardes!
Y nunca es lo que pudo haber sido.